"Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo... y por los mismos motivos."

Sir George Bernard Shaw

domingo, 4 de abril de 2010

LOS LESTOS DEL DOMINGO DE GLOLIA.

Domingo de Resurrección. Sales a buscar la prensa, y los kioscos habituales cerrados. Sólo encuentras un chiringuito regentado por un súbdito de la República Popular China. Ya que estas en la calle, decides sorprender a la parienta con unos churritos. Lo mismo, todas, mejor dicho, la última churrería del barrio cerrada. Te conformas con adquirir unos croasants de fábrica en el chino más cercano. Vuelvas a casa, y la parienta te dice que cómo es primer domingo de mes, los comercios pueden abrir, que quiere salir a ver trapitos. A regañadientes, aceptas, por aquello de ganar puntos de cara al futuro. Salimos, pues, por la calle del Conde de Peñalver, y los únicos comercios de moda que han abierto hoy son los de los chinos, atendidos por chinos y, para mayor recochineo, con música china “modelnna” de fondo.

Aburridos, decidimos tomar un vermú, ¡oh sorpresa!, encontrar un bar abierto es toda una odisea, tal vez en la zona, tal vez en todo Madrid. Al final localizamos uno, que desde jovencito conocía, y cual será mi sorpresa cuando tras la barra encuentro un descendiente de Mao atendiéndonos. Para dos vinos finos nos ponen de tapa unos tallarines con gambas, bañados profusamente en salsa agridulce. Multicultural, vaya.

Agotados tras la “Gran Marcha”, llegamos a casa y decidimos pedir comida. Los teléfonos de la pizzería habitual, o de la hamburguesería de siempre suenan y suenan y nadie contesta. Al final, resignados, optamos por comer unos rollitos tres delicias, unas gambas agridulces y un pato a la cantonesa, a domicilio, que amablemente y con una rapidez inaudita, nos traen a casa.

Tras la comida, la siesta obligada, y a ver el partido del Madrid. El bar de costumbre, cerrado por Semana Santa, y de nuevo inicio la peregrinación hasta encontrar un garito que disponga de la tecnología suficiente para poder ver el fútbol. Lo encuentro y ¡cómo no!, un asiático me pregunta amablemente que qué voy a tomar...

Aparte de que el individuo en cuestión quiso hacer el agosto, o como se diga eso en chino, cobrando un euro más de lo que acostumbran los locales de la zona, salgo contento por el buen resultado de los blancos.

Antes de llegar a casa, y ya que mañana no madrugo, me paso por mi chino de guardia para pillar unas cervezas.

Y digo yo, ¿Así como coño vamos a levantar la economía española, cuando sólo curran los chinos?

Por cierto, FELÍZ AÑO DEL TIGRE.

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