"Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo... y por los mismos motivos."

Sir George Bernard Shaw

domingo, 28 de marzo de 2010

Un chiste.

Saben de aquel chiste que dice que en un bar estaban apostados en la barra una alemana y un francés; los dos con buena presencia y mostrando ser solventes y pudientes.

En ese momento ven a través de la luna del establecimiento a un griego, que sentado en la acera pide limosna.

-¿Qué te parece, Ángela? ¿Crees que lo tendríamos que ayudar?
-Pienso que no quedará más remedio, pero ya sabes que nuestras familias ven muy mal que desperdiciemos el dinero, habrá que hacerlo con cautela y sabiendo en qué se va a gastar el dinero ese pobre hombre. No sea que lo vaya a gastar en vino y otros vicios.

En ese preciso momento entra al mismo bar un matrimonio de españoles, él de Valladolid y ella de Santiago de Compostela.

Tampoco ellos pueden evitar ver al mendigo en la calle, lo cual no les deja de causar cierto desasosiego.

Como la alemana y el francés tienen por costumbre hablar con alto tono de voz, los españoles oyen la conversación.

El de Valladolid abre los ojos como platos, respira hondo y dando un fuerte puñetazo sobre el mostrador, exclama:
-¡Hasta ahí podríamos llegar! Yo pongo lo que haga falta para socorrer a ese pobre hombre.

La gallega suspira resignada y dice por lo bajini:
-Contente, que no andamos muy sobrados últimamente. Y esos parecen más sobrados que nosotros. Que nuestra familia anda muy apurada y no van a ver bien que gastemos los dineros en desconocidos. Y más cuando hay otros dispuestos a hacerlo.
-He dicho que no. Que a solidario no me gana nadie. El griego hoy cena caliente y duerme bajo techo aunque sea yo el que me vea en la calle. Además, de sobra sé que si tu manejas los dineros que tenemos también harías lo que yo quiero hacer.
-Es posible, pero como dentro de poco la familia tiene que decidir a quién quiere más, pues yo diré que me opongo con todas mis fuerzas. Je, je...no hay mal que por bien no venga.

La pareja franco alemana oye el órdago, por lo que el francés comenta, también por lo bajini, a la alemana:
-¿Pero no son esos a los que llevamos tanto tiempo ayudando a llegar a final de mes? Pues esto es señal de que ya no les va tan mal. Vamos a tener que moderarnos con nuestra ayuda cuando es evidente que les sobra con lo que tienen.

Y a todo esto sin que se acabe el chiste el griego ya se frota las manos, porque sea cual sea el final del chiste él se va a llevar la pasta, y su rival a la hora de pedir va a perder o lo que le iban a dar, o lo que le han dado, o las dos cosas a la vez.

Nota: Aunque se hable en este escrito de alemana, francés y griego, no busque el lector ninguna alegoría de carácter sexual.

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