"Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo... y por los mismos motivos."

Sir George Bernard Shaw

domingo, 13 de diciembre de 2009

HERMANN TERTSCH





A Hermann no se lo perdonan. Ha cruzado la frontera. Es valiente y dice lo que piensa, cuando, donde y como quiere. Está en su derecho y es su obligación, pues para eso le pagan. Nació políticamente entre las filas del Partido Comunista de Euskadi, probablemente por ansia de libertad, de esa libertad que ejemplarmente ejerce. Escribió en El País, diario en el que llegó a ocupar el cargo de subdirector. En el uso de su libertad, criticó las políticas antiterroristas de los gobiernos de Zapatero y referentes a Oriente Medio, lo que provocó su cese en el diario. Pero seguía siendo libre, y utilizando su libertad. Y utilizando su libertad, noche a noche manifiesta su opinión, le pese a quien le pese, en algunos casos despreciando esa estupidez que la hipócrita sociedad llama lo “políticamente correcto”.



Hay un tipejo que, no siendo capaz de enfrentarse a su papá, que era quien financiaba las juergas, allá, en los tiempos del Franquismo, estudió carrera que no pensaba ejercer, porque eso de cumplir un horario no era de su gusto, con dinerito fresco de la farmacia de la acomodada familia de balde en el bolsillo. Posteriormente, y a través de arduas jornadas de prácticas, adquirió gran destreza en el bajo arte de lamer culos, rodando de plató en plató, de programa en programa, poniendo su lengua siempre al servicio del mejor postor. Es posible, que, con esa cobardía habitual que le caracteriza, el Señoríto Monzón envidie la hombría del periodista, valiente hasta el punto de decir lo que piensa, sin considerar las consecuencias que esto le pueda acarrear, como ya ha demostrado si uno se fija en su currículo profesional. Acaso por ello, suele ser objeto de las gracietas del bufón, hoy metido a sindicalista. Este burguesito, ocasionalmente pancartero roji-verde, necesitó usar el calificativo “gran” delante de su alías para así intentar disimular su pequeñez.


Una parodia del mencionado muñecote televisivo, de esas que a su público ya tiene acostumbrado, tal vez, incitó a algún pobre cobarde, probablemente “estimulado” por los vapores etílicos y/o de otras hierbas, y valientemente, le propinó a Tertsch una patada de kárate por la espalda. Amén de la vergüenza ajena que produce la escasa repercusión que la noticia ha tenido en los medios de comunicación, que prácticamente han obviado el alevoso ataque sufrido por un compañero, el hecho induce alguna reflexión, por cuanto en España la libertad de expresión sólo navega en una dirección, la que se doma a los intereses del gobierno, siendo que cuando uno se sale de los preceptos dictados por el ejecutivo, está en el punto de mira de los “pacifistas” intolerantes.


Hermann, a ti te pillaron por la espalda, en adelante habrá que caminar con cuidado, yo ya lo tengo.


Ahora que lo tengan ellos.

1 comentario:

Legionarius dijo...

Volvemos con los ataques a la Iglesia Católica, como en los años de la segunda república.
Volvemos a las andadas con la censura, como en los años de la segunda república.
Volvemos a los ataques contra quienes no piensen como ellos, como en los años de la segunda república.

¿Democracia? Ni por asomo.

Un saludo español…