¿Rajoy marxista?

Al final va a resultar que en don Mariano Rajoy vamos a encontrarnos con un marxista de tomo y lomo. El bueno de Carlos Marx entendía que todo lo que movía a la sociedad era la economía, y todo fenómeno social lo vinculaba con alguna motivación económica.

Y algo así sucede ahora con el igualmente barbado Rajoy. Vemos últimamente que todo lo vincula con la economía. Sin muchas dificultades ha percibido que España al igual que sus vecinos está metida en una crisis de las que sobrecogen al personal y ahí ha visto el maná para alimentar sus ambiciones de aposentarse en la Moncloa. Alguien le dijo que ya estaba bien de abusar del tema del terrorismo y que había que buscar algo que afectara más directamente al españolito medio. Y eso que la especialidad de los terroristas es partir a españolitos por la mitad.

Dicho y hecho, echó por la borda y sin contemplaciones a María San Gil, dejó de exigir responsabilidades por la negociación quebrada con ETA y pasó a centrarse monotemáticamente en el asunto de la crisis.

No vamos a decir que no la hay, que la hay y de las gordas, pero es que Zapatero va a ser finalmente el gran beneficiado de esta crisis. Ahora, haga la barrabasada que haga: aborto, cesiones indecentes a las autonomías, mandar tropas prácticamente indefensas a Oriente Medio, la educación para la ciudadanía, etc. todo va a ser calificado como cortina de humo para tapar la crisis.

¡Don Mariano! Pero si esta crisis no la tapa ni un telón de humo. Bien nos lo indican las noches que hacemos cada noche para calcular en qué se nos ha ido el dinero con el que salimos por la mañana. Ojo, esto no quiere decir que deje de fustigar al gobierno por el desbarajuste económico, pero también necesita el país que el ministro de turno se lleve su correspondiente rapapolvo por las cacicadas, desmadres, negligencias, errores y desafueros que cometen un día sí y al otro también. Que su sueldo lo percibe por todo ello, y dedicándose como se dedica a tiempo completo, estimamos que le da tiempo para ello. Todo es cuestión de agenda y no obcecarse con lo primero que se encuentra.