Esta pasada semana en el canal privado de televisión, privado de ecuanimidad e inteligencia, pero sobrado de fanatismo y corsarios de las pancartas, cuando su amo político se lo ordena, se cometió de nuevo un “error” al fundir una imagen de Rajoy con otra de un grupo ultra, mientras la alocución terminaba con la palabra payaso, realmente inexplicable que no saliera uno de los máximos accionistas de la cadena para disculparse con un cencerro en la mano...
Yo no negaré que Don Mariano tiene su punto cómico, a que negarlo, pero si los directivos de la sutil emisora me aceptaran una sugerencia, que va a ser que no, les propondría que sustituyeran la imagen del jefe de la oposición por la de la persona que más está haciendo reír a media España, vamos, que ni Chiquito de la Calzada. Ese hombre, que ya peina canas, que veía amanecer, ese magistrado tan humilde y discreto, no se le ocurre otra cosa que pedir un certificado de defunción del anterior Jefe del Estado. Si, ya sé que es la anécdota sobre un asunto tan serio como intentar encausar al régimen anterior, con todo lo que ello conlleva, sentando en el banquillo a todo un país, digo bien, la mitad por haber ganado la guerra y la otra por permitir que Francisco Franco muriera en la cama.
¡Qué desgracia para la Nación que Baltasar no ejerciera durante la transición! ¿Cómo? ¿Qué ya era magistrado en 1.981?
Realmente, lo que nos hubiéramos perdido de haber continuado como albañil o camarero, aunque parece ser que le quedan restos de la gasolina que dispensaba junto a su padre, por lo incendiario de sus actuaciones.
No obstante, me permito el atrevimiento de indicar a Su Señoría la posibilidad de interrogar a Millán Astray, Mola, Queipo o al mismísimo Caudillo mediante el sugerente método de la Guija, televisado para todo el mundo, porque me parece injusto privar al resto de los mortales de las actuaciones de tan magnifico juez. De paso, que mediante ese mismo procedimiento les pregunte a los espíritus que de forma tan valiente habrá convocado, si conocen el paradero de ciertos narcos huidos de la justicia, seguramente por un error de la secretaria del juzgado, o tal vez le puedan revelar de donde partió cierta llamada telefónica que alertó a unos etarras de la inminente redada.
Isabel y Fernando, preparaos, que detrás vais vosotros, ¿a quien se le ocurre conquistar América?
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