"Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo... y por los mismos motivos."

Sir George Bernard Shaw

domingo, 22 de noviembre de 2009

Agua caliente.

Sostiene el checo Milan Kundera que el régimen ideal para vivir un creador es una dictadura en fase de descomposición.

Se basa para ello en analizar lo que sucede cuando no se halla uno en una sociedad de esas características.
Cuando el ciudadano se halla inmerso en un estado omnipresente, omnipotente, omnisciente y omnicontrolador, el individuo siente que nada puede hacer por liberarse, se vuelve un eslabón de la cadena, un ladrillo más y todo aliciente desaparece de su vida. Sólo queda nacer, crecer, reproducirse y morir. Todo acto liberador, creador o trasgresor es exterminado de raíz cuando sólo es un embrión. Toda esperanza es vana y es perseguido hasta el pensamiento más oculto.
Puede ser en cambio que la persona se encuentre en un sistema político donde se busque proteger todos los derechos, todas las libertades y se persiga con saña cualquier tipo de discriminación real o fingida. En este caso uno se halla rodeado de una atmósfera, por supuesto más benigna que la anterior, pero igualmente inhibidora y apática. Se crea la imagen de que cualquiera puede triunfar, cualquiera puede crear y prosperar. Sólo existe el condicionante de lo políticamente correcto. Esa omnipresente y férrea ley no escrita que impregna todos los resortes de la ciudadanía moldeando y dirigiendo todos y cada uno de los actos de los habitantes.
Se produce una autocensura en la que el artista ya sabe lo que puede hacer, cuáles son los límites y qué temas tabúes se han de evitar a toda costa para evitar el ostracismo y no perderse la subvención de turno. Se llega a la paradoja de que lo políticamente correcto es declararse políticamente incorrecto. Gracieta que el sistema consiente benevolente y sonriente.
Falta ahora que autores, creadores y artistas, que al fin y al cabo tienen más deber de mover y animar a la sociedad que los políticos (Al político se le elige cada cuatro años, al creador cada vez que se compra o piratea un libro, disco o película) se den cuenta de que se hallan en la situación aquella de la rana que salta del agua hirviente al caer en ella, o se cuece si el líquido es calentado poco a poco. Pero también hace falta que el consumidor de lo creado sepa hacer hace que el artista haga lo que él quiere y desea, no lo que al Estado mecenas le interesa que se consuma.
Hay elementos para creer que está dictadura de lo políticamente correcto se esté empezando a descomponer para que la relajación de la censura permita la ironía, el escribir entre líneas o el sugerir sin mostrar. Así que animamos a escritores, dramaturgos, cineastas, periodistas a salirse del agua que se está calentado para que a continuación espectadores, lectores y público en general se puedan librar de perecer cocidos.
Y todos podemos hacer algo mayor o menor. ¿Qué espectáculo más trasgresor y rompedor hoy en día que la viejecita que se persigna al salir a la calle o el que se entretiene en el metro con un libro en vez del ipod?

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