"Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo... y por los mismos motivos."

Sir George Bernard Shaw

domingo, 5 de abril de 2009

El político puede llegar a convertirse en el principal problema del país al que intenta servir. El motivo es que el coste de su acción no se imputa a su balance sino que se contabiliza en el debe de la sociedad civil, que es la crea ríqueza, costea la crisis y asume los riesgos que se derivan de la falta de competencia en el marco de la economía global.

El político dispara con pólvora del rey porque el es inmune a sus decisiones. Su triunfo puede ser un fracaso para su sociedad y viceversa. Sólo se puede pedir de ellos que pasen desapercibidos como un buen árbitro de fútbol.

En un mundo globalizado, los costes se encuentran estandarizados a un nivel mundial y los únicos elementos con los que puede jugar una nación para conseguir que sus productos tengan un valor añadido sobre los de los otros países son los factores productivos, la falta de conflictividad social y la paz política.

Cuando la clase política recurre al todo vale para alcanzar el poder y se instala un clima de sospecha generalizada por la corrupción y la falta de transparencia es posible que una facción alcance el poder incluso por medios democráticos pero el coste a pagar es demasiado elevado para ser soportado por los habitantes de un país.

La solución pasa pues por despolitizar la mayor parte de la vida social y reducir al político a parcelas más reducidas y determinadas para que su afán de protagonismo no arruina la riqueza de todos, puesto que como se sabe, un político no produce nada pero puede destruir mucho.
En suma, ahora más que nunca es aplicable la máxima bíblica de “al César lo que es del César” ya Dios lo que es de Dios.

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