Me llega para mi asombro, que en un pueblo leonés el ayuntamiento socialista ha instaurado el bautismo civil. Simplemente se presenta al nuevo ciudadano ante la comunidad y se leen los derechos del niño. Ignoro si un bebé puede llegar a tener obligaciones.
Decía Descartes que lo mejor repartido en este mundo era el sentido común, porque nadie se quejaba de tener poco, pero nada dijo el genial francés en relación con la coherencia, virtud que parece darse poco más abajo de los Pirineos.
Pero es que todavía no había digerido el notición cuando veo por la calle la publicidad de una campaña contra el hambre auspiciada por el inefable Al Gore. Y observo que vuelve a caer en las mismas contradicciones.
Para empezar se empeña en iniciativas que ignoró ampliamente cuando ejerció de Vicepresidente con Clinton, continua con intentarnos convencernos que hemos de luchar contra el hambre mundial (vamos, que demos dinero para ello) cuando no hace falta más que verlo para convencernos de que su sobrepeso es más que evidente y que podía empezar por donar una mínima parte de su seguramente bien surtida nevera. Ya incurrió en esta misma contradicción cuando se supo que se proponía luchar contra el calentamiento del planeta y mientras habitaba una lujosa mansión donde se derrochaba electricidad a espuertas.
Supongo que el siguiente paso será pedir que contribuyamos al cese de las guerras y mientras se descubra que el orondo ex-vicepresidente, ex-candidato presidencial y estrella mediática es accionista de una empresa fabricante de armas.
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