"Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo... y por los mismos motivos."

Sir George Bernard Shaw

domingo, 21 de diciembre de 2008

¡So cavón!


A vuelta con la crispación política, que mirando la historia sólo ha tenido una pausa de cuarenta años, vemos que ni por Navidad se da un respiro.

Así que uno se ha propuesto promover una efímera tregua durante estas señaladas fechas, aunque sabe que sucederá como con las treguas de Oriente Próximo, que con la misma pluma que firman la paz redactan la orden de ataque del día siguiente.

Vista la estrategia seguida a la hora de elaborar la Constitución, propongo seguir la misma. Es reconocido por los mismos padres del engendro constitucional que cuando había escollos y puntos de discordia se redactaba el artículo en cuestión lo más ambiguo y difuso posible, así no quedaba nada claro a qué se refería y todos quedaban contentos.

Algo así se puede hacer con la polémica suscitada en cuanto si se ha producido o no derrumbe en las obras del AVE de Madrid a Valencia.

Creo que el término que ambas partes podían utilizar sin ofensa para los contrarios sería la de “Socavón”. Unos podían emplear el término sin vacilar porque a estas horas todavía hay unos cuantos camiones sepultados, y sólo por intervención directa del ángel de la Navidad no hay daños personales. Mientras, la ministra Magdalena (Maleni no, que luego se ofende, y de morros sienta mal el turrón) podría hablar de “So cavón” entendiendo por esto un labriego, stajanovista él, que, azadón en ristre, se puso a cavar en su sembrado de ajos con tal ímpetu que produjo tal agujero que dio con las obras susodichas provocando que los camiones quedaran un pelín perdidos de arena, pero, vamos, algo que se puede arreglar llevándolos a un buen túnel de lavado. Eso sí, de agua reciclada, que si no la que se ofende es la Narbona, que también tiene derecho a comerse el turrón en paz.

Así que recomiendo al gobierno que promulgue un decreto-ley, que bien se podrían llamar “So cavones” en el que se prohíba a todos los propietarios de terrenos por donde discurra el trayecto del túnel, que se abstengan durante una buena temporada (estas obras se sabe cuando han empezado, pero no cuando acabarán) de hacer zanjas, hoyos, surcos y demás hendiduras, que luego pasa lo que pasa.

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