Bien, parece ser que ya tenemos gobierno. Esperada amplia presencia de ministras florero, pocas variaciones en cuanto a caras nuevas de los titulares, una ministra embarazada y un nuevo gestor de nuestros destinos, digamos que, con perfil almodovariano. Ciertamente podría tratarse del reparto de una película de director manchego, pero no, es más serio que todo eso.
Así, a bote pronto, se me ocurren varias reflexiones sobre la alineación. Me resulta curioso por ejemplo, que se instituya un Ministerio de la Igualdad en un país donde no es lo mismo ser ciudadano en Cataluña o el País Vasco que en Murcia o Castilla-León, donde el Tribunal Constitucional está a punto, si no lo ha hecho ya, de establecer mayores penas para unos súbditos que para otros por su condición sexual, en el que se puede percibir un salario sustancialmente inferior, a igual categoría, trabajo desarrollado y forma de acceso al mismo, solo por pertenecer a una administración u a otra. Como la asesora de flamenco pretenda trabajar de verdad, se va a tener que dejar las pestañas.
También tenemos a la ministra Kinder, con sorpresa, que previsiblemente la madre naturaleza hará desvelar en el periodo de su mandato, de quien espero no confunda la Defensa de la Nación un refrito de Las chicas de la Cruz Roja o de Botón de Ancla. Por lo menos que en su nueva etapa política no sea tan rematadamente mala gestora como en la anterior en vivienda.
¿Y qué podemos decir de D. Miguel Sebastián, conocido entre sus correligionarios de la calle Ferraz como Miguelito Sevaostiar o algo más tarde como Miguel Yaseostió? Pues eso, que las mismas que él se pego contra el muro de la lógica en las municipales de Madrid se repartirán ahora con Solbes, intimo enemigo de sus días en las cocinas de La Moncloa, roguemos al señor no nos salpiquen a los españoles, puesto que es sabido que cuando los políticos riñen suelen hacerlo pateando el trasero de los contribuyentes.
De todas formas, fueran quienes fueran los y las elegidos, (¿está bien escrito así ministra?), el peor de los ¿miembros? del gabinete, a mi humilde parecer, es el marido de Sonsoles…
Así, a bote pronto, se me ocurren varias reflexiones sobre la alineación. Me resulta curioso por ejemplo, que se instituya un Ministerio de la Igualdad en un país donde no es lo mismo ser ciudadano en Cataluña o el País Vasco que en Murcia o Castilla-León, donde el Tribunal Constitucional está a punto, si no lo ha hecho ya, de establecer mayores penas para unos súbditos que para otros por su condición sexual, en el que se puede percibir un salario sustancialmente inferior, a igual categoría, trabajo desarrollado y forma de acceso al mismo, solo por pertenecer a una administración u a otra. Como la asesora de flamenco pretenda trabajar de verdad, se va a tener que dejar las pestañas.
También tenemos a la ministra Kinder, con sorpresa, que previsiblemente la madre naturaleza hará desvelar en el periodo de su mandato, de quien espero no confunda la Defensa de la Nación un refrito de Las chicas de la Cruz Roja o de Botón de Ancla. Por lo menos que en su nueva etapa política no sea tan rematadamente mala gestora como en la anterior en vivienda.
¿Y qué podemos decir de D. Miguel Sebastián, conocido entre sus correligionarios de la calle Ferraz como Miguelito Sevaostiar o algo más tarde como Miguel Yaseostió? Pues eso, que las mismas que él se pego contra el muro de la lógica en las municipales de Madrid se repartirán ahora con Solbes, intimo enemigo de sus días en las cocinas de La Moncloa, roguemos al señor no nos salpiquen a los españoles, puesto que es sabido que cuando los políticos riñen suelen hacerlo pateando el trasero de los contribuyentes.
De todas formas, fueran quienes fueran los y las elegidos, (¿está bien escrito así ministra?), el peor de los ¿miembros? del gabinete, a mi humilde parecer, es el marido de Sonsoles…
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